Una noche, de vuelta a casa, Sam Rowley reparó en la escena. Intuyó que la situación podría dar juego y al día siguiente llegó armado para concretar el plan.
Se estiró en el suelo, se armó de paciencia y sostuvo con firmeza su Nikon D500. Mucho tiempo después aparecieron esos dos ratones, enzarzados en una lucha sin cuartel por una miguita de comida.
La foto le valió el premio LUMIX People’s Choice, organizado por el Museo de Historia Natural del Reino Unido, y al que concurrieron más de 48.000 fotografías.