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La bragueta de Baumgartner

Hace tiempo, cuando aún tenía entre cuarenta y tantos y cincuenta y pocos años, empezó a observar que muchos de sus amigos y colegas de más edad se olvidaban de subirse la cremallera después de ir al servicio, los de pelo blanco que tenían entre setenta y cinco y ochenta, y volvía tranquilamente a su asiento en la mesa del restaurante ajenos a la puerta abierta del cobertizo justo debajo del cinturón.  Al principio, a Baumgartner le parecían graciosos esos lapsus inocuos. Luego, además de hacerle gracia le daban pena. Después, tristeza y ninguna gracia, porque ya había visto suficientes para comprender que la bragueta abierta es el principio del fin, el primer paso en el camino cuesta abajo hasta el fondo del mundo

Paul Auster. Baumgartner

El último Paul Auster, titulado ‘Baumgartner’, es delicioso, pero muy diferente a lo que había leído hasta ahora de él. Con una técnica narrativa poderosa, con mil recursos para solventar situaciones, como el de las cajas chinas, presenta personajes y situaciones para desarrollarlos en el tiempo en el espacio.

Es una historia conmovedora, una reflexión sobre la vejez, la memoria y sobre cómo recuperarse después de una gran pérdida, pero sobre todo es una historia que parece escrita para sí mismo, la que crea un escritor para no olvidarse de lo que fue, de su mundo: el de la literatura. Es un texto triste e introspectivo, con gotas de nostalgia.

‘Baumgartner’ es el baúl de los recuerdos de Auster, de ese personaje que lucha contra el cáncer, pero se aleja de su literatura de siempre. Para mí, Paul Auster es el mejor novelista vivo, conmueve y emociona, convence con su prosa y te traslada a su particular universo. No es ésta una novela clásica y parece un punto y final en su carrera, si es así, un magnífico colofón.

A Auster lo descubrí de la manera más curiosa. En un viaje a Australia que compartí con la delegación española que participaba en los Mundiales de Natación en Melbourne 2007, Willy Molina, mítico jugador de waterpolo, me pidió si le podía cambiar el asiento en el avión. Accedí y me regaló ‘La noche del Oráculo’. “Es muy tocho y no me lo voy a leer”, me dijo. En aquel momento, descubrí el mundo Auster, desde entonces he leído todo lo que ha ido publicando.

La foto es Joel Bengs en Unsplash

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