Cuando la doctora Melfi abre la puerta de su consulta a Tony Soprano, el capo di capi de una organización mafiosa, porque éste se ha desmayado al ver partir a una manada de patos que lleva tiempo en la piscina de su casa, descubrimos que estamos ante una historia diferente. Tony siente una presión en el pecho, el líder de la Mafia, un tipo duro cae redondo durante una barbacoa familiar y no entendemos nada. A partir de esa imagen todo es posible y así es en Los Soprano.
Instalado en el ‘top 3’ de las series de siempre, admito que he tardado demasiado en hincarle el diente. Asusta el número de temporadas (6), el de capítulos (86) y el hecho de que hace 15 años (2007) que se cerró el círculo. Como ocurrió con ‘Breaking Bad‘ fue Rafa Dalton el que me insistió en que la viera. En las primeras temporadas -el primer capítulo es de 1999- la serie envejece mal, pero en los últimos capítulos la serie demuestra que es una obra de arte.
La historia mejora a medida que desaparecen los tiros y se evaporan las escenas con sangre. El éxito de ‘Los Soprano’ radica en la evolución de los personajes, en la transformación de Tony cuando entra en la consulta de la doctora Melfi, cuando traspasa la puerta del Bada Bing, del Satriale’s o de su mansión donde siempre le esperará Carmela.
Por todo ello me gusta ‘Los Soprano’, porque muestra el estilo de vida de aquella mafia de New Jersey, con menos ‘glamour’ que la de Manhattan, pero con un ‘american way of life’ perfectamente definido. David Chase, su creador, lo que hace es blanquear a la Mafia y hasta puede resultarte normal ver cómo actúa Tony.
Porque durante muchos años le hemos visto pelearse con su madre y su hermana, presenciado las conversaciones con su terapeuta, jugado a los ‘voyeurs’ al ver sus atracones cuando abre la nevera resacoso por la mañanas y se muestra con ese batín enorme que no le tapa la camiseta imperio; o cuando observamos esa barriga que nunca ha podido esconder.
Tony no es Vito, pero Soprano tiene algo de Corleone, un Corleone ‘low cost’. Alguien puede imaginar que James Galdonfini puede ser un ‘loser’ si lo comparamos con Marlon Brando, pero seguramente el secreto de la serie tiene que ver mucho con él. Dicen que cuando David Chase propuso que Galdonfini fuese su protagonista, la HBO, que estaba dispuesta a pagar un pastizal para la producción de ‘Los Soprano’, estuvo a punto de desistir. Suerte que HBO no se tiró para atrás, porque así nació una de las mejores series de la historia.
La escena final de la serie entra en los anales de la historia de las grandes producciones, porque no nos engañemos: ‘Los Soprano’ son una obra sublime, de pantalla grande, aunque la hayamos visto en la pequeña. Larga vida a Tony
Ya sabes:
Some will win, some will lose
Some were born to sing the blues
Oh, the movie never ends
It goes on and on and on and on…