suicide

La primera pregunta del psiquiatra

En muchos países católicos el suicidio es un pecado, pero en Japón no lo es. Por supuesto que no es algo bueno pero básicamente las personas tienen el derecho de quitarse la vida. Algunos amigos míos se suicidaron cuando tenía 20 o 30 años. Escribí ‘Tokio Blues’ precisamente para recordar a esas personas que murieron

Haruki Murakami

Cualquiera que haya tenido que acudir a la consulta de un psiquiatra sabe cuál es la primera pregunta que te hace. Superado el momento, respondida la pregunta, piensas que alguien sentado en el mismo sitio en el que te encuentras tú, podrías haber respondido otra cosa, o tal vez pueda haber engañado al terapeuta.

Los números estremecen, pero se esconden. En las escuelas de periodismo y en los medios de comunicación, estas informaciones se obvian. Nos decían que era el efecto Werther, que mejor no hablar-escribir-informar al respecto, pese a que la OMS tiene otra idea para acometer este gran problema.

Cerca de 800.000 personas se suicidan en el mundo cada año, una cada 40 segundos. Por cada suicida hay veinte que lo intentan. En España diez personas se quitan la vida cada día, el doble de las que mueren en accidentes de carretera.

Suicidarse puede ser un signo de fracaso y de cobardía o un gesto de valentía, una manera de dejar de sufrir, de acabar con darle vueltas a todo. Seguramente la semana antes, los suicidas estuvieron con sus médicos, posiblemente estos los vieron bien, pero llega un momento en el que ese pensamiento se apodera de tu mente y nada ni nadie puede modificarlos, por mucho que los supervivientes (como se conocen a los familiares de los suicidas) piensen lo contrario.

En España, diez personas se suicidan cada día y en Japón, sesenta. Allí han decidido crear un ministerio de la Soledad.

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La frase

Cuando uno se acostumbra a no conseguir nunca lo que desea, ¿Sabes qué pasa? Que acaba por no saber incluso lo que quiere