Hasta hace un par de días no sabía quien era Maryam Mirzhakhani (creo que debería escribirse Mirzajani), ni tampoco conocía su historia. Es una pionera, que en 2014 se convirtió en la primera mujer en recibir la medalla Fields, considerada como el Premio Nobel de las matemáticas.
Nació en Irán (12-5-1977) -por eso cada 12 de mayo se conmemora el día de Internacional de la Mujer Matemática – y murió en Estados Unidos (14-7-2017), víctima de un cáncer de mama, siendo catedrática de matemáticas en la Universidad de Stanford.
Quería ser escritora, devoraba libros en su Teherán natal, y vivió muchos años ajena a teoremas, teorías y demás variables hasta que en su último año de bachillerato, su profesor le habló del problema de sumar los números del uno a cien y de cómo Gauss lo resolvió.
A partir de ese momento su vida fue otra. Con 16 años ingresó en una escuela para superdotados, con 17 formó parte del equipo iraní en las Olimpiadas Internacionales de Matemáticas. Con ella, los persas ganaron el título dos años consecutivamente.
En 1999 se licenció en Teherán, viajó a Estados Unidos, se doctoró en Harvard, pasó por la Universidad de Princeton y desde 2008 era profesora de geometría en Stanford. En 2013 se centró en resolver problemas sobre la trayectoria de las bolas de billar en una mesa poligonal, y de nuevo su vida cambió.
Trayectorias, rebotes, ángulos, dinámicas… Maryam estudiaba el billar para relacionar la dinámica con la geometría porque se da cuenta de que las matemáticas hay que pensarlas con imágenes. Por eso, los problemas los plantea en grandes hojas de papel, porque decía que dibujar garabatos es lo que le mantenía conectada con el problema.
Mirzakhani era una rara avis, una derivada en un universo matemático eminentemente masculino, seguramente similar al que se crió en su Teherán natal. Maryam desbrozó el camino. Creía que dedicarse a las matemáticas era como practicar montañismo, pero «sin tener una senda que seguir ni un final a la vista«.
Hablar de Mirzahani es recordar a Hipatia de Alejandría (imprescindible ver Ágora de Alejandro Amenábar), Emmy Noether, Florence Nightingale, Sofia Kovalevskaya, Julia Robinson, Katherine Johnson o Ada Lovelace, entre muchísimas otras. Lo triste es tener que recordar el día de las mujeres matemáticas. ¿Existe el día del hombre matemático?.
La imagen es de Constanza Rojas-Molina