Después de que la Guardia Civil haya encontrado el cadáver de Diana Quer, desaparecida en agosto de 2016, y la posterior detención del culpable confeso, José Enrique Abuín, habría que reflexionar sobre ese periodismo que mañana a mañana recrea una realidad que poco tiene que ver con lo que ocurre.
Ante la falta de novedades sobre un caso que se ha alargado durante 500 días, determinados medios han apostado por ese periodismo amarillo, construido a base de ficciones y de falsas primicias, en el que a falta de culpables -o incluso presuntamente habiendo sido señalados éstos-, se apuesta por señalar a las víctimas y a su entorno, desnudándolas completamente ante la opinión pública que consume impasible el dolor ajeno sin inmutarse.
Durante 500 días nos han contado la separación de los Quer, nos han mostrado los mensajes de WhatsApp cruzados entre Diana y su madre, los problemas existentes entre los padres de Diana, por qué le retiraron a la madre la custodia de la hija menor, detalles de la vida privada de la madre de Diana, la situación económica de los Quer, declaraciones de amigas de Diana, informaciones que la vinculaban a una supuesta trama de trata de blancas, trabajos encargados a videntes y a grafólogos…
En España, durante 2017, se han producido 48 muertes por violencia de género. Mientras en todo el mundo la aparición de movimientos como el de #Metoo han permitido a mujeres de todo el mundo dar a conocer si han sufrido algún tipo de acoso sexual durante su vida, aquí algunos medios de comunicación se permiten poner en la diana y prácticamente hasta el final a las víctimas, como ya se vio en el mediático caso de ‘La manada’, con lo que el dolor de las víctimas se duplica.
Los medios tienen una enorme responsabilidad social y más en casos como los de Diana Quer, en un país en el que la cultura democrática y la sensibilización social están bajo mínimos, mientras que el consumo de periodismo amarillo se encuentra en pleno auge.
Más fuentes —>> Pablo MM en Kamchatka .