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Un Kapuscinski para los Croif

Abría una caja, ojeaba cualquier volumen y rápido la vista se me iba hacia el siguiente libro. Solo el corazón me llevaría hacia su destino. Pensaba que sería de inmediato, pero pasaron unos cuantos días sin recibir ninguna señal.

Hasta que apareció. Recuerdo que en el peor de los momentos, cuando necesitaba huir quince días después de aquella mañana, ellos nos abrieron sus corazones y las puertas de su casa a Lucy y a mí.

Sentía la complicidad en sus miradas. Me acuerdo del crepitar de la leña, del calor matinal de Granada que me reconfortaba y del frío cuando el sol se escondía. Me viene a la cabeza aquellas conversaciones a media luz y un Nordés con laurel como testigo. Recuerdo aquellos paseos matutinos con cualquier excusa. Me acuerdo de los silencios, que siempre son más importantes que las palabras.

Siempre he pensado que si viviéramos más cerca, seríamos inseparables, aunque creo que en la distancia, también lo somos, porque nunca hay olvidos. No importa el tiempo que estemos sin escuchar la voz del otro. Un minuto después de iniciada una conversación parece como si todo la vida nos conociéramos, aunque no es así.

El libro de la biblioteca que Euse ha elegido para él tiene mucho que ver con la manera en la que nos conocimos. El Barça, en primer término, pero el fútbol como ‘leit motiv’, y este libro va de fútbol y también de periodismo. Seguro que a Shojan le encantará, aunque tardará en tenerlo entre sus manos. Por eso la foto de «La guerra del fútbol» de Ryszard Kapuscinski en su biblioteca de Granada, aun no existe, pero me la debe.

En los sesenta hubo protestas de parte de los campesinos hondureños que pedían tierras. El gobierno había decidido hacer una reforma agraria. Pero como el gobierno era oligárquico, dependiente de los Estados Unidos, la reforma no tocó la tierra de los terratenientes ni la tierra de la United Fruit, que tiene plantaciones enormes en Honduras. Significaba en cambio que los 300 000 inmigrantes salvadoreños deberían regresar a su país, en donde no tenían nada. Y el gobierno oligárquico de El Salvador temiendo una revolución campesina se opuso a recibir a esa gente. El gobierno hondureño persistió. El gobierno de El Salvador se negó. Las relaciones entre los dos países se tensaron…
Bajo estas circunstancias se dio el partido de fútbol entre los equipos de Honduras y El Salvador. El partido definitivo se jugó en terreno neutral en México (El Salvador ganó 3-2) Los aficionados hondureños fueron colocados a un lado de la gradería y los de El Salvador en la otra, en la mitad se sentaron cinco mil policías mexicanos armados de fuertes bolillos. El fútbol inflamó los ánimos chauvinistas y el patriotismo trasnochado que se necesitaba para iniciar una guerra y fortalecer el poder oligárquico en ambos países. Los salvadoreños atacaron primero porque contaban con una victoria fácil basados en un ejército claramente superior. La guerra terminó en empate. La frontera siguió siendo la misma. Es una frontera aproximada trazada a través de rastrojos y montañas reclamadas por ambos países.

La foto es de Mari Carmen del Valle Cámara para Unsplash

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1 comentario en «Un Kapuscinski para los Croif»

  1. Un placer compartido amics.

    Y dígame, ¿no es menos cierto, que según las investigaciones, Vd. también dio cobijo a un fugado?

    ¿No es acaso, Vd. el mismo que intervino en el famoso caso de la firma hace justamente CUATRO AÑOS y unos pocos días?

    P.D.: Dice Conchi no exenta de razón, que tenéis un grupo «mu bonico».

    🙂

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