Una mala noche la tiene cualquiera

Hace exactamente un año descubrí la cocina de Miquel Calent fue en el novísimo Cuit que por entonces se inauguraba en el Hotel Nakar de Palma. Texturas y sabores para poner en valor la cocina mallorquina de siempre y darle un toque especial. La experiencia y el trato fue exquisito, el ambiente también. Mallorca se ha convertido en un gran laboratorio culinario, jóvenes y no tan jóvenes cocineros dispuestos a descubrir a sus comensales las maravillosas materias primas de proximidad que tienen y a compartir su sapiencia culinaria.
Así ha sido desde siempre. Empezar disfrutando de humildes trempós, frits, tombets que con el tiempo acaban sublimando los sabores. Desde que veraneamos en Mallorca, desde siempre, hemos descubierto restaurantes como el de Santi Taura, el Miceli, Ca Na Toneta, Daica, Argos, Joan March , Can Gavella y también perlas escondidas como Rapha’s la Terracita.
Por eso se me hace difícil explicar qué ocurrió la noche pasada desde que entramos por la puerta de Can Calent en Campos, donde nos llevó el recuerdo del Cuit. La reserva, para ocho personas, era para las 22:00 y avisamos por teléfono que llegaríamos cinco minutos tarde, que finalmente se convirtieron en diez.
Nos recibió un restaurante desangelado, con apenas dos mesas ocupadas. Nos sorprendió aún más un comentario a vuelapluma escuchado procedente de alguno de los dos camareros:  «Como quieran hacer el menú de ocho platos no salimos ni a la una«.
Y efectivamente todo fue muy rápido. Una advertencia de que la cocina estaba a punto de cerrar -algo de lo que no nos avisaron cuando hicimos la reserva ni tampoco cuando llamamos poco antes de llegar- y de que solo sería posible el menú de cinco platos.
El servicio fue atropellado. Con desgana uno de los camareros explicaba la composición de los platos, todos de ellos de una indudable calidad, a alguno de los comensales sin importarle si el resto atendía a la misma. Los platos  se retiraban prácticamente cuando aun se masticaba el último bocado y la cuenta llegó sin pedirla. Un poco antes las luces del local se fueron apagando, hasta la pecera quedó sin luz, el aire acondicionado ya no funcionaba. Sorprendidos, pagamos y nos fuimos.
A raíz de un comentario que realizamos en Google, esta mañana hemos recibido dos llamadas telefónicas solicitando detalles de lo ocurrido y pidiendo disculpas por todo. Es una lástima, espero que haya sido una mala noche, pero por si acaso no volveré para comprobarlo.

La foto es de Michael Browning

Comparte este artículo

Deja un comentario

diez + seis =