Zaida y Nevenka

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Casos como los de Zaida Cantera demuestran la fragilidad de España como país democrático y los valores por los que se rige el Ejército. Es otra historia de vergüenza ajena y de cómo los ciudadanos están al albur de la casualidad o del poder establecido.
La historia de la capitana Zaida Cantera nace en 2008, cuando fue destinada a la unidad del teniente coronel Isidro José Lezcano-Mújica. «Serás mi secretaria, como esas de falda corta. A partir de ese punto empezó a intentar tocarme, hasta que me planté«, así explicó Cantera la historia en el último ‘Salvados’.
Desde ese momento sufrió primero amenazas y después acoso laboral por parte del teniente coronel y también de sus subalternos. El punto culminante llegó cuando en unas maniobras, se incendió la tienda en la que supuestamente dormía Cantera.
«Preguntó cuál era mi tienda y le indicaron otra diferente -cuenta-. La tienda que le habían señalado apareció con pintadas que rezaban «Zaida no vuelvas’. Me agredió físicamente y decidí denunciar«, recuerda.
Se inició una larga travesía que concluyó con un juicio militar. Lezcano-Mújica fue condenado a dos años y 10 meses de cárcel y el pasado mes salió en libertad condicional. Los problemas de la capitana, no acabaron con ese juicio.
Destinada a Sevilla, siguió sufriendo ‘mobbing‘ por otros oficiales antiguos compañeros de academia de Lezcano-Mújica,  promocionado a coronel, pese a estar acusado de un delito militar.
Todo hasta que el marido de Zaida, José Lóbez, también militar, decidió informar de la historia a la diputada de Irene Lozano, que hizo preguntas en el Congreso y pidió la comparecencia del ministro de Defensa, Pedro Morenés.
Un día Lozano recibió la llamada del jefe del Estado Mayor del Ejército, quien le pidió que dejara el caso a cambio de perdonar a Zaida.
Esta es la historia de un acoso sexual, como también lo fue no hace tanto la de Nevenka Fernández. En 2001, esta concejal de Ponferrada presentó una querella en el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León contra Ismael Álvarez, compañero de grupo municipal y alcalde de la localidad, con quien mantuvo una relación.
Todo se desbordó en cuanto Nevenka decidió cortar la relación: «Mi negativa provocó su caso. Su actitud de presión se tradujo en notas manuscritas, mensajes en el móvil, cartas… y un desprecio absoluto hacia mi trabajo y mi persona, mediante descalificaciones y vejaciones que atentaron contra mi integridad física y psíquica«.
La Justicia le dio la razón a Nevenka. Álvarez fue multado, perdió su cargo y el apoyo de su partido, el PP. Tiempo después formó un nuevo partido y en 2011 apoyó al PSOE para que prosperara una moción de censura contra el PP.
Zaida y Nevenka empezaron ganando, pero han acabado perdiendo. La militar está con la baja permanente y se enfrenta a una pena de seis años por manipular, supuestamente, una petición, pese a que un informe caligráfico ha demostrado que no fue ella la autora.
A Nevenka Fernández hace tiempo que se le perdió la pista. Decidió irse a Inglaterra, trabajó en un McDonalds de Londres y después en las oficinas de los laboratorios Bristol-Myers Squibb en Chester.

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