Ni nos hemos dado cuenta y ya han pasado diez años, demasiado tiempo para no echar la mirada atrás y empezar a recordar, pensar en lo frágiles que somos y en cómo pasa la vida, ya sabes eso que ocurre mientras pensamos en otra cosa.
Te fuiste muy pronto, tanto que nos dejaste sin palabras y sin respuestas a esas preguntas que tanto cuestan hacerse y que a partir de entonces no han dejado de martillearnos en nuestras cabezas. Nos dejaste con un dolor infinito en el corazón, sin consuelo posible ni más lágrimas en los ojos y nos enseñaste lo importante que es disfrutar cada día, compartir cada minuto de nuestras vidas con aquellos que te importan. Nos mostraste el camino de la amistad, ese vínculo indestructible que nos unirá siempre, aquí o donde estemos.
Siendo imposible, poco a poco se ha ido poniendo todo en su sitio. Unos han crecido y otros se han hecho más sabios. Ellas te tienen cada día en sus corazones y nosotros recordamos con nostalgia los momentos vividos, esos que nunca volverán, pero que sirvieron para conocer a una persona sencilla y honesta que luchó hasta el final por su vida.
¿Y que nos queda? Esas noches de verano, con el mar como banda sonora; esas tardes de primavera, esas risas infinitas como testigo, esa sonrisa eterna que nos dejaste y esa sencillez con la que poco a poco te fuiste sin que nos diera tiempo a despedirnos. Es que ni nos hemos dado cuenta y ya han pasado diez años.