Frank Underwood se ha dedicado toda su vida a amasar poder, a intrigar entre bastidores. Lo hizo como vicepresidente, jugando con los sindicatos, los lobbistas y en las bambalinas del Congreso. Jugó a filtrar informaciones y vimos su peor cara. Por el camino se quedó el senador Peter Russo, la joven periodista Zoe Barnes y el multimillonario Raymond Tusk; después fue el turno del presidente.
Ahora, en la tercera temporada, ha llegado el momento de demostrar cómo Underwood y su adorable esposa Claire se mueven cuando los focos les señalan en la escena principal y esperar esas confesiones a cámara que convierten a Kevin Spacey y a la serie de David Fincher en una producción de culto.
La fotografía que acompaña el texto procede de la revista Panenka y del montaje que Nerea Palacios ha realizado en el último número en el que mezcla fútbol y serie.