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Los deseos son los que nos salvan

El Hotel Loreta es una sucursal de la Fonda Almayer. Una está junto al mar, el otro es un refugio para otear desde lo más alto lo que ocurre en esa maravillosa ciudad que es Praga. Escondida entre los adoquines de Hradcany, allí arriba el tiempo se detiene y nos invita a pensar que la vida es como te la imaginas…

Después no es que la vida vaya como tú te la imaginas. Sigue su camino. Y tú el tuyo. Y no son el mismo camino. Es así… No es que yo quisiera ser feliz, eso no. Quería… salvarme, eso es, salvarme. Pero comprendí tarde por qué lado había que ir: por el lado de los deseos. Uno espera que sean otras cosas las que salven a la gente: el deber, la honestidad, ser buenos, ser justos… No, los deseos son los que nos salvan. Son lo único verdadero. Si estás con ellos, te salvarás. Pero lo comprendí demasiado tarde. Si a la vida le das tiempo, muestra extraños recovecos, inexorables: y adviertes que, llegado ese momento, no puedes desear nada sin hacerte daño. Y ahí se desbarata todo, no hay manera de escapar, cuanto más te revuelves, más se enmaraña la red; cuanto más te rebelas, más te hieres. No se puede salir. Cuando ya era demasiado tarde, yo empecé a desear. Con todas mis fuerzas. Me hice mucho daño, como tú no te puedes siquiera imaginar.

(Alessandro BariccoOceano Mare).

La foto es mía (de cuando las hacía con mi Olympus)

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La frase

Los esfuerzos, cuando se suman, se multiplican