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Carles Tamayo y el nuevo periodismo

“La hija toca el violín, la madre el violón y su padre la viola. La viola…. ¿Lo entiendes?”

En este supuesto chiste, que no es más que una copia de una burda broma de Santiago Segura,  el monstruo que es Lluís Gros se desenmascara. Un tipo de 74 años que pidió a Carles Tamayo que le hiciera la película de su vida. Pero el ‘youtuber’, que se ha demostrado ser un periodista en mayúsculas, decide contar toda la historia a su manera y aun más, pretende y consigue que Gros, en busca y captura durante la realización del documental, sea entregado a la justicia.

No sabría cómo definir cómo construye esta historia Tamayo, pero engancha. Sin haber cumplido los 30 años, utiliza elementos narrativos propios de su generación. Combina planos realizados con gran calidad, con otros muy descuidados, y no necesariamente en momentos de clímax narrativo. Todo es rápido, todo se vive en presente y Tamayo traslada su presencia a la cámara, es actor y director y consigue enganchar al espectador, que se siente partícipe de la historia y sufre por cómo discurre el final de la historia.

Se aleja del fenómeno ‘True Crime’ y no empatiza con el culpable, simplemente aprovecha que lo había conocido en el pasado para poner sus reglas y lo que persigue es que se haga justicia, porque es difícil comprender como alguien que ha sido condenado a 23 años de prisión campa a sus anchas y se siente impune, como sigue utilizando tretas para embaucar a menores o para librarse de entrar en prisión alegando una grave enfermedad para eludir su entrada y todo ello con la cámara de Tamayo como testigo.

Pero Gros se encuentra con el peor enemigo: Tamayo. El anciano ex gerente del cine ‘La Calandria’ de El Masnou quería rehacer la historia, mediante aquel chaval al que permitía mostrar sus cortometrajes en la pantalla grande del cine, pero le puede su narcisismo, eso e infravalorar a Tamayo es lo que le lleva a la cárcel, pese a los enormes errores en el sistema judicial y policial que se muestran en el documental.

Admite Tamayo que al principio pensó que Gros le había regalado su historia para pedir perdón a sus víctimas, pero estaba muy equivocado. Antes de aceptar el encargo, el joven periodista acudió a un terapeuta para que lo guiara a gestionar la situación.

“Me dijo que no me hiciera ilusiones y me contó cómo se iba a comportar Lluís y acertó de pleno. Llegó intentando dar pena, contándome que había tenido un problema con su coche. Luego, comenzó a alabarme, haciendo el clásico bombardeo de amor, felicitándome por mi trabajo anterior y terminó negando todas las acusaciones a pesar de haber sido condenado. Quería hacer una entrevista para reclamar su inocencia. Cuando acabó mi pequeño proceso de duelo al descubrir a un Lluís que no conocía, me propuse mostrar su verdadera cara. Él aceptó que yo investigara el caso y que mostrara el resultado, fuera cual fuera”, recuerda. Y así fue.

Con el paso de los minutos se ve cómo Gros se mueve con total impunidad, como muestra un egocentrismo sin medida, cómo niega los abusos y como intenta manipular al joven periodista, pese a que las diferentes  entrevistas que Tamayo hace con víctimas no admiten ninguna duda.

La historia tiene el valor de contar con el protagonista, que desvela sus planes para eludir la condena sin tapujos, y tiene un desenlace en el que Tamayo se convierte en protagonista, al ser quien pone sobre la pista a la policía para acabar con la impunidad de Gros.

Y ahí esta la clave. El periodista no solo cuenta la historia, sino que participa de ella. Tamayo le ofrece su cámara a Gros hasta el último momento, cuando ya está detenido por los Mossos, para que pida “perdón a las víctimas”. Gros se gira y responde: “Calla, fill de puta”.

La historia “Cómo cazar a un monstruo” se puede ver en Prime Video. Muy recomendable.

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