“I arriba un dia que sa vida és un teatre
Que se diu felicitat
Primavera i trinaranjus
Amb qui més has estimat
Te regal sa meva vida
I sense tu ja no me val…”
No supe ni cómo reaccionar, ni lo esperaba ni sabía si estaba preparado, pero eso a quién importa. Noticias como esa son el resumen de la felicidad, plenitud absoluta, de esas cosas que sirven para replanteártelo todo, el antes y el después, mientras te das cuenta de que cierras un círculo, de que ya estás en otra nueva etapa.
Seguro que a partir de ahora vamos a vivir muchos momentos para recordar y nada va a ser como hasta ahora. Se van a abrir nuevas puertas, con situaciones que no hace tanto ni habíamos imaginado, pero de eso se trata.
Es vértigo, es felicidad, alegría infinita, es empezar a hablar de semanas que se descuentan, de llamadores de ángeles, de nombres, de síntomas, de fechas, es ver cómo el tiempo te atrapa, de recordar cuando tú lo viviste, en qué momento vital estabas entonces y volverle a dar vueltas a la cabeza.
Es la cara de Aina, son los ojos de Lucy, la sonrisa de Maria, es la vida, amigas, que parece que nos ha regalado otro aliciente más para seguir creyendo en el carpe diem.
Dicen que nadie sabe que está viviendo el momento más feliz de su vida mientras lo vive , pero intuyo que está a punto de cumplirse.
Miro hacia atrás y compruebo que todo va demasiado deprisa. Me viene a la cabeza una imagen, una conversación con Aina, los dos sentados bajo un manto infinito de estrellas, allí en el jardín de Casa Rex, mirando hacia el Océano Índico…
(Ella seguro que la recuerda)