Incerta glòria

gloriaA veces, menos de las que querríamos, nos encontramos con textos redondos. Su extensión no son freno y cuando la novela toca a su fin,  el corazón se nos encoge. Es algo que ocurre, salvando todas las distancias, después de leer los últimos créditos de esa serie de muchas temporadas que hemos devorado en unas pocas semanas.
La profundidad de ‘Incierta gloria‘, una novela publicada en 1956 por Joan Sales, radica en el cómo y en el que, en esa manera de analizar hechos muchas veces restando épica y dejando que todo fluya como si la vida se resolviera en una relación personal triangular. Cuando escribo esto tengo la suerte de haber leído algo más de la mitad, dicen que es la mejor novela sobre la guerra civil que se ha escrito. La próxima temporada se estrena una adaptación en el Teatre Nacional de Catalunya. Os regalo esta confesión del autor con la que se abre el libro:

The uncertain glory of an april day… Todo devoto de Shakespeare conoce estas palabras –y si yo tuviera que resumir mi novela con una sola línea, no lo haría de otra manera.
Hay un momento en la vida que parece como si nos despertásemos de un sueño. Hemos dejado de ser jóvenes. Ya sabíamos que no lo podíamos ser eternamente; ¿y qué era ser jóvenes? Ma jeunesse ne fut qu’un ténébreux orage, dice Baudelaire; quizás toda juventud lo ha sido, lo es, lo será. Una tempestad tenebrosa atravesada por relámpagos de gloria –de incierta gloria-, un día de abril…
Un oscuro afán nos mueve durante aquellos años atormentados y difíciles; buscamos, conscientemente o no, una gloria que no sabríamos definir. La buscamos en muchas cosas, pero sobre todo en el amor –y en la guerra, si la guerra se nos atraviesa. Tal fue el caso de mi generación.
La sed de gloria se hace, en ciertos momentos de la vida, dolorosamente aguda; tanto más aguda es la sed cuanto más incierta es la gloria de la que estamos sedientos; quiero decir, más enigmática. Mi novela trata precisamente de atrapar algunos de esos momentos en algunos de sus personajes. ¿Con qué resultado? No soy yo quien lo tiene que decir.
Pero sé que mucho le será perdonado a quien mucho haya amado. En otro tiempo había más devoción a San Dimas y a Santa María Magdalena; es que no corría tanta pedantería como ahora y la gente no trataba de disimular con tesis, mensajes ni teorías abstractas el fondo apasionado que todos llevamos dentro.
Somos pecadores con una gran sed de gloria. Y es que la gloria en nuestro fin.

Barcelona, diciembre de 1956.

La foto es mía.

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