Seguramente tenía que haber sido antes, pero había que buscar el momento y éste acaba de llegar. Los amigos están ahí siempre, a veces más cerca; otras, se alejan, no sabes muy bien por qué. Da igual el motivo, porque la amistad es siempre incondicional y la epidermis es ese elemento innegociable que nos une.
En estos meses que están siendo muy complicados en lo personal, me evado con la lectura. Hoy me emociono con Mario de Andrade y os entrego su poesía antes de regalaros esos trocitos de la vida que nos dejó nuestro amigo Euse.
Conté mis años y descubrí que tengo menos tiempo para vivir de aquí en adelante, que el que viví hasta ahora. Me siento como aquel niño que ganó un paquete de dulces; los primeros los comió con agrado, pero, cuando percibió que quedaban pocos, comenzó a saborearlos profundamente. Ya no tengo tiempo para reuniones interminables donde se discuten estatutos, normas, procedimientos y reglamentos internos, sabiendo que no se va a lograr nada. Ya no tengo tiempo para soportar a personas absurdas que, a pesar de su edad cronológica, no han crecido. Mi tiempo es escaso como para discutir títulos. Quiero la esencia, mi alma tiene prisa… Sin muchos dulces en el paquete… Quiero vivir al lado de gente humana, muy humana. Que sepa reír de sus errores. Que no se envanezca con sus triunfos. Que no se considere electa antes de la hora. Que no huya de sus responsabilidades. Que defienda la dignidad humana. Y que desee tan sólo andar del lado de la verdad y la honradez. Lo esencial es lo que hace que la vida valga la pena. Quiero rodearme de gente que sepa tocar el corazón de las personas… Gente a quien los golpes duros de la vida le enseñaron a crecer con toques suaves en el alma. Sí…, tengo prisa…, tengo prisa por vivir con la intensidad que sólo la madurez puede dar. No pretendo desperdiciar ningún dulce de los que me quedan… Estoy seguro que serán más exquisitos que los que hasta ahora he comido. Mi meta es llegar al final satisfecho y en paz con mis seres queridos y con mi conciencia. Tenemos dos vidas y la segunda comienza cuando te das cuenta que sólo tienes una.
El homenaje es para mi ‘top ten’, para los que están siempre, aunque se prolonguen las ausencias. Para aquellos que te hacen sentir vivos con sus abrazos, con los que has compartido momentos importantes de tu vida, con los que ríes y lloras, con los que las miradas te acompañan. Empiezo, como no podía ser de otra manera, con Lucy.
Ella ilumina cada minuto de mi existencia desde 1982. En #labibliotecadeEuse había unos cuantos libros para ella, pero la vista se me fue hacia «Galíndez«, un recuerdo de nuestra luna de miel, allí en Puerto Plata. «Galíndez» es una de las mejores novelas que he leído.
“En la colina me espera… en la colina me espera…” El verso te da vueltas por la cabeza, como si fuera un surco rayado de un viejo disco de piedra. “En la colina me espera… en la colina me espera…” “Y volveré… volveré o me llevarán ya muerto… a refundirme en la tierra…” Ni siquiera eso fue posible, Jesús, musitas y te parece hablar con ese extraño compañero enquistado que desde hace años llevas dentro de ti. El viento limpia el valle de Amurrio y te levanta las faldas sobre esta colina de Larrabeode, la colina escogida como si fuera la colina, exactamente, la colina que esperaba a Jesús Galíndez
Como si fuera un guiño del destino, el segundo libro es una guía sobre Roma, la ciudad en la que Euse había pensado para demostrarle su amor incondicional a Ana y al final todo se desmoronó en una mañana de sol de marzo. Ana y todos nosotros regresamos a Roma en memoria de Euse y disfrutamos de uno de los viajes más emotivos de nuestras vidas. Espero que nos queden muchos más, pero ninguno será como aquel.
“Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida. Escondido debajo el bla, bla, bla, bla. Y todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza. Y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable. Todo sepultado bajo la cubierta de la vergüenza de estar en el mundo. Bla, bla, bla, bla. Más allá, está el más allá. Yo no me ocupo del más allá. Por tanto, que esta novela dé comienzo. En el fondo, es sólo un truco. Sí, es sólo un truco”. La gran belleza. Paolo Sorrentino
Barcelona es «La ciudad de los prodigios» para Eduardo Mendoza, pero también para Xavi, que un día abandonó la ciudad para instalarse en uno de los pueblos menos bonitos del mundo, pero que está habitado por personas tan empáticas y tan fabulosas como él. Xavi, como Euse, son dos de los adoptados de la ‘gran ciutat‘. Estoy orgulloso de que sea mi amigo, de que se desviva por cualquier cosa, de su sencillez, de esa manera de estar pendiente de todo y de todos.
“Todas las ciudades crean una imagen de ellas; Barcelona también la ha buscado y para ello hasta se ha inventado barrios históricos; en ese sentido, Barcelona es mentirosa, le gusta la escenografía”.
Y no puedes pensar en Xavi sin pensar en Pili, un placer coincidir en la vida con ella. De #labibliotecadeEuse emergió «Ronda del Guinardó«, una historia pequeña, pero una literatura grande, para otra enamorada de la Barcelona de siempre. A Pili, como a mí, le encantará la dedicatoria que hay manuscrita en el libro, como a Xavi los dos regalos que encontrará escondidos entre las páginas de «La ciudad de los prodigios«.
"El inspector tropezó consigo mismo en el umbral del sueño y se dijo adiós, vete al infierno".
Cristo es corazón, es hiperactividad y amor. Sonríe tanto que cuando ves un atisbo de preocupación en su rostro, crees que estás hablando con otra persona. Es de esos amigos que puedes estar tiempo sin hablar con él, pero que al minuto parece que toda la vida la hayas pasado a su lado. Para él, he encontrado en #labibliotecadeEuse otro libro sobre Barcelona, también es de Vázquez Montalbán y se titula «Barcelonas«, una guía sentimental de la ciudad donde recorre rincones secretos e íntimos. Por cierto, dentro de sus páginas encontrará una de las pasiones ocultas de Euse.
"Y frente a frente, Montjuïc, un trapecio ocre y verde, compacto, como una orden de fusilería. Una montaña dramática frente a la ligereza del Tibidabo, montaña frívola, nacida tal vez de una tentación diabólica, pero convertida en horizonte de diversión y en balcón para la papanatería admirativa de los barceloneses amantes alienados de su ciudad..."
Es la perla escondida, el secreto mejor guardado, ese es Ernest. Alguien al que conocí en otra etapa de mi vida, cuando el baloncesto lo era todo, y que tiempo después apareció con su sonrisa pícara y esa pausa que muchas veces te descoloca. Así es él. Como es un sabio, #labibliotecadeEuse eligió para él, la bellísima historia «El viejo y el mar» de su homónimo Ernest Hemingway.
Probó una vez más y se sintió desfallecer cuando viró al pez. El pez se enderezó y salió nadando de nuevo lentamente, meneando en el aire su gran cola. “Probaré de nuevo”, prometió el viejo, aunque sus manos estaban ahora pulposas y sólo podía ver bien a intervalos. Probó de nuevo y fue lo mismo. “Vaya-pensó, y se sintió desfallecer antes de empezar-. Voy a probar otra vez.” Cogió todo su dolor y lo que quedaba de su fuerza y del orgullo que había perdido hacia mucho tiempo y lo enfrentó a la agonía del pez. Y éste se viró sobre su costado y nadó suavemente así, de costado, tocando, casi con el pico la tablazón del bote y empezó a pasarlo: largo, espeso, ancho, plateado y listado de púrpura e interminable en el agua.
Siempre he pensado que hay personas que podrían dedicarse toda la vida a reconfortar a los que le rodean y Carme es una de ellas. En los momentos más complicados, su abrazo me llenaba de positividad y por un momento olvidaba todo el pesar que llenaba mis ojos de lágrimas. Siempre le agradeceré estar, siempre recuerdo su sonrisa. «Trece Rosas» es el libro elegido.
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.
No hace tanto que nos enseñó su refugio, allí en L’Escala, junto al mar. Disfrutando de esa luz imposible y de la vida. Porque Mercè, como cada uno de nosotros, se ha dado cuenta de que lo importante es rodearse de los mejores para ver pasar el tiempo y disfrutar de ese #carpediem que pensamos infinito, pero que en algún momento acaba. Para ella, Euse habría encontrado en su biblioteca un libro de Josep Pla: «Escrits empordanesos«.
El refugi de Pla. Després de la Guerra Civil, en un context de postguerra, fam, grisor i abatiment general, Josep Pla es refugia a l’Escala, d’esquena al país, i hi passa una llarga temporada esdevenint un més entre pescadors i vilatans. El Museu de l’Escala ha preparat una visita pels racons que Pla sovintejava: la fonda ca la Nieves, l’antic salí del port d’en Perris, el Cafè de Can Bofill o les antigues drassanes, on es va fer construir un llagut.
Para él, Pere siempre fue el mestre, para mí, lo son los dos. Su mirada franca, la manera de ver la vida y esas ganas de disfrutar cada gota de sus amigos le convierten en alguien único. En #labibliotecadeEuse, un ejemplar del gran señor de las letras, el eterno Gabo que escribió entre otras grandes obras «El coronel no tiene quien le escriba«, es su regalo:
—La ilusión no se come —dijo ella. —No se come, pero alimenta —replicó el coronel—
Estamos a punto de llegar al final, nos falta la última invitada, aunque el orden en una historia como ésta no tiene ningún sentido. Siempre discreta, escondida tras un caparazón de no-sé-qué, a quien más me ha costado descubrir es a Eulàlia. A veces tan próxima, a veces tan distante. Ella es así, entusiasta y ausente a la vez, me encanta cuando sonríe y cuando habla con sus ojos. A veces no hace falta abrir boca para expresar lo que sientes. Para ella, en #labibliotecadeEuse un regalo de Amy Tan «La hija del curandero«.
Si no puedes cambiar tu destino, cambia tu actitud.
La memoria se alimenta de la imaginación.
Con esta se completan veinte entrega de libros de #labibliotecadeEuse
Capítulo 1: Incerta Glòria de Víctor Sancho
Capítulo 2: Un Kapuscinski para los Croif
Capítulo 3: Un Zweig para Anna
Capítulo 4: Rafa Dalton, la influencia del guionista
Capítulo 5: Nacho siempre en mi equipo
Capítulo 6: Los tipos duros como JC nunca bailan
Capítulo 7: Novocaine for my Own
Capítulo 8: Del Valle, el capitán de mi equipo
Capítulo 9: Natalia y aquel verano en la riviera francesa
Capítulo 10: Alberto, mi defensor de boya